ERROBI

Autorea: Errobi

EAN: 8436007088567

Argitaletxea: Elkar

Bilduma: Cd euskal musika

Edizio data: 2024

PVP originala: 12.60 €

Erosi

Sinopsia

CD remasterizado, formato digipack (Elkar-2024). La crónica sobre los años que Anje Duhalde y Mixel Ducau pasaron en el liceo no cuenta sus glorias, ni tampoco hace recuento de los diplomas que lograron. La adolescencia de los dos muchachos está ligada a nuevas canciones, a voces llegadas desde más allá del departamento de la Mancha o del Atlántico y destiladas a través de las ondas. Anje recuerda el programa radiofónico S.L.C. (Salut les Copains), la emisión Nº 1 de Europa, en la que todos los días a las 17h se le dedicaba especial atención a la moda yeyé, pero también al rock y al folk. Una música que encaja perfectamente en casa de Anje, que ha crecido rodeado de su lengua, el euskara, y el gusto por el canto tradicional que se mantiene en la familia. Por otro lado, Mixel intenta liberarse de las ataduras de un conservatorio donde ha recibido una sólida formación de saxofonista, aunque no haya sido en una institución de renombre, y después de arrojar sus métodos jansenistas detrás del atril, se prepara para cabalgar en total libertad sobre la página siempre blanca de la improvisación. El jazz es un espacio para la libertad, la guitarra un símbolo del afrancesamiento. El primero nos remite a Bob Dylan y la canción protesta, la segunda a New Orleans y los Beatles. En la época por excelencia de los guateques, llegan los primeros éxitos de Mixel y de su grupo “Les Jaguars”. Los dos protagonistas se cruzan delante de los colores del liceo de Baiona sin saber que sus trayectorias se fundirán en una aventura en común menos banal, al igual que los afluentes se abandonan al curso del río. Anje toca la batería y decide unirse a la formación El Fuego, un grupo de bailables mítico creado por Frantxo Saint Esteben, también natural de Uztaritze; mientras tanto, Mixel toca la guitarra en un grupo desde los 16 años. 1968 es el año de todas las rupturas, pero también es la época de la nueva canción vasca en Euskal Herria. A partir de ahora, tanto en el coro institucional como en el ochote tradicional son imprescindibles el solista con su guitarra, y un repertorio comprometido en la línea con la canción protesta americana. En un ambiente de represión, nace en Hegoalde el colectivo “Ez dok amairu” gracias a la iniciativa de Jorge Oteiza, entre otros, y reúne a Mikel Laboa, Joxe Angel Irigarai, Xabier Lete, Lurdes Iriondo, Maite Idirin, Los hermanos Artze y Benito Lertxundi (sobre su interpretación de Donovan en euskara Anje dijo lo siguiente: “me he quedado atónito”). En Uztaritze Anje observa un vagón sobre el que un pincel anónimo denuncia la pena de muerte de Arrizabalaga, un militante de Hegoalde. Mientras tanto, se lleva a cabo el proceso de Burgos. Mixel siente la necesidad irreprimible de volver a sus raíces, la perspectiva de los grupos de verbena ha cambiado, y, además, El Fuego introduce el euskara en los temas de su repertorio, lo cual supone otro paso revolucionario. “De alguna forma El Fuego sigue siendo el referente de Errobi”, nos recuerda con agrado Anje. El reencuentro en el seno de El Fuego con su compañero de liceo, las ganas de hacer algo juntos en el momento en que todo conduce hacia un renacimiento cultural…. parece ser que todo este conjunto de condiciones es el más adecuado para que, desde el fondo del crisol, se produzca la alquimia. El elemento más importante de dicha fusión será, sin duda, el encuentro con Daniel Landart, autodidacta, pero actor ineludible dentro del panorama cultural en Iparralde, cuya discreción natural no le fuerza, sin embargo, al mutismo. Así como Iratzeder ensalzó la gracia de Dios y Euskal Herria, los temas elegidos por Daniel Landart fueron Euskal Herria y la clase obrera. Es un hombre que se ha criado en la sutileza del verso; un hombre muy ligado al teatro (alrededor de catorce obras forman su obra), y además de haber escrito varias novelas, también sabe componer versos; su vida militante no le aleja de sus afectos. Conservamos en la memoria aquella pequeña joya que Mikel Laboa adornó con música: “Zure begiek, ene maitia, badute